Apuntes contables y pinchazos telefónicos. Estas fueron las dos piedras con las que la juez del caso Pokémon, el mayor sumario por corrupción instruido en Galicia, fue erosionando la resistencia de los responsables del grupo empresarial Vendex a confesar, tras ser detenidos en septiembre de 2012, el lado oscuro de su trabajo en los ayuntamientos. Relojes de alta gama al exalcalde de Ourense Francisco Rodríguez (PSdeG); entregas de dinero al jefe de la policía local de esta ciudad para viajes con su amante; un pago de 6.000 euros al exedil del BNG Francisco Varela; asignaciones periódicas para el exconcejal lucense Francisco Liñares; y enchufes por doquier. “Yo nunca quise saber”, llegó a afirmar Adrián Cordero, delegado de Vendex en Ourense, sobre los presuntos sobornos al exregidor ourensano que se anotaban en la contabilidad.Cordero, que reconoció haber recibido de Rodríguez “informaciones” sobre sus rivales en concursos públicos, fue el primero en admitir la generosa “política de regalos” de la empresa —en navidades era “un cristo”, se quejó— y los pagos asignados a políticos y funcionarios que se apuntaban en la contabilidad: “¡Había tal lío de dinero sacado para un lado y para otro...!”, exclamó ante la magistrada Pilar de Lara para justificar su desmemoria y confusión sobre los apuntes contables. Cordero aseguró que cada Navidad su empresa agasajaba a Francisco Rodríguez con un reloj de marca de lujo, que se le enviaba por mensajería o a través de un empleado y que el regalo incluía hasta las futuras averías fuera de garantía. Cuando a uno de ellos se le estropeó la correa, “lo dejaban en la joyería y luego pasábamos nosotros a pagar”, declaró.Al superintendente de la policía local de Ourense, Abelardo Ulloa, Vendex le pagaba escapadas con una amante, según testificaron Cordero y su superior, José María Tutor, el mandamás del grupo empresarial en Galicia. El delegado ourensano de la firma alega que el dinero lo pedía el propio mando policial con la disculpa de que “no podía sacarlo [del banco] por si se enteraba su mujer”. Las entregas fueron varias, dicen, y rondaban los 1.000 euros. Una de ellas la hizo Cordero personalmente en el despacho municipal del superintendente. Accedía a este chorreo de dinero, alegó el ejecutivo de la concesionaria de la grúa y de la ORA en Ourense, porque tenía “miedo al carácter” de Ulloa y al futuro de esos contratos. “Yo vivo de mi trabajo”, esgrimió.El superintendente, que comenzó negando ante De Lara incluso conocer a los empresarios de la trama, acabó reconociendo, con un hilo de voz, haber recibido dinero de Cordero. “Le pedí un préstamo personal de 1.000 euros”, justificó la entrega ante le repregunta de De Lara: “¿Con los ingresos que usted tiene?”. “¿Recibió regalos?”, inquirió la juez. Y Ulloa musitó: “Hace diez años empecé a intercambiar regalos personales, por Navidad, con [el funcionario fallecido] Julio Cordero [padre de Adrián]. Empezaron siendo normales —una cobarta...— y fueron subiendo: dos plumas Dupont, figuras decorativas, un reloj Omega...”. También acabó reconociendo haberse reunido en Madrid con el jefe de la trama, Gervario Rolando Rodríguez.Por su parte, en su interrogatorio, con voz cada vez más quebrada, Cordero también se refirió a una cita en la cafetería Xesteira de Ourense con el entonces concejal nacionalista Fernando Varela y el jefe de Vendex en Galicia. Horas antes, Cordero había retirado unos 6.000 euros del banco por orden de su superior, Tutor. Dice que el dinero era para Varela, pero no para él “físicamente”, sino “para el partido”, el BNG. No presenció el momento exacto de la supuesta entrega de Tutor a Varela; prefirió levantarse de la mesa e irse.Pese a las grabaciones, los apuntes contables y el cerco de la juez con sus preguntas, el delegado de Vendex en Galicia se negó a admitir haber hecho pagos de dinero al exalcalde de Ourense. Tutor se cerró en banda y aseguró a la instructora que las anotaciones en las cuentas referentes a Rodrígu
El Pais